Un elemento característico del ser humano es el cambio social continuo al que está sometido, como el proceso biológico por el que transita: nacer, crecer, reproducirse y morir o cambios menos notorios por la índole misma como son los cambios en la personalidad, en razón de los múltiples factores que influyen en ella: la infancia, la adolescencia, la madurez, la vejez.
Dentro de la sociedad el denominado: “actor social” está sometido a un continuo cambio, llamado cambio social; el cual no es más que una variación, una transformación, de estado o moda precedente de existencia que modifica un hecho que parece establecido. Para que se produzca o realice el cambio social en cualquier sociedad debe estar presente la cultura, la cual es hecha por el hombre, pero que a su vez lo transforma.
El cambio puede ser intencional o fortuito, por factores naturales, psicológicos, económicos o políticos, pero el punto central aquí que se debe tener claro es que el cambio social se realiza, se produce y por esta razón toda sociedad es dinámica y no estática.
Pese a que ya se dejó claro que el cambio social está presente en cualquier sociedad, existen circunstancias en que cuando dicho cambio está próximo a producirse se origina el denominado obstáculo o traba, que surge para impedir que ese cambio se realice.
En otras palabras, el cambio social forma parte de la dinámica social pero no es aceptado de forma inmediata por los actores sociales; las tradiciones, costumbres e ideas establecidas contribuyen a crear esos obstáculos e impedir el cambio.
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Conflicto Social
De manera más fácil o compleja el cambio social se realiza, aunque surja lo mencionado anteriormente, pero el problema más complejo se presenta cuando ese obstáculo o traba no cesa, llegando en muchas ocasiones a caer en lo denominado “conflicto”, el cual no es más que el choque de dos o más visiones o puntos de vista distintos respecto a algo.
Es una diferencia entre dos o más personas o grupos, caracterizado por la tensión, el desacuerdo, el exaltamiento de las emociones o la polarización.
El conflicto está presente en la dinámica en que se desenvuelve el actor social, forma parte del proceso de socialización y eso es inevitable, se debe aprender a vivir con ellos y sobrellevarlos, ya que nunca se acabaran. Al enfrentar un conflicto la reacción natural y común es la de pelear, huir o paralizarse. No obstante, los conflictos pueden calificarse como:
- Intrapersonales: conflictos internos (toma de decisiones).
- Interpersonal: conflictos entre personas.
- Intergrupal: conflictos entre grupos.
Además de la calificación ya señalada en los conflictos existen: posiciones, elementos visibles o materiales, intereses y elementos no visibles e inmateriales. Las posiciones o posturas que son simples fachadas para evitar demostrar el verdadero trasfondo de todo, los intereses que determinan la posición o la postura, los elementos visibles que es demostrado por la postura y el interés y los elementos invisibles establecidos por la necesidad.
La proliferación de los conflictos
Los conflictos muchas veces se llegan a convertir en recurrentes por parte de la o las personas que están inmersas en él no buscando salidas para resolverlo, sino que por el contrario se adaptan a vivir con este, lo cual no genera una vida en positivo sino la negatividad de un ambiente hostil y tóxico como forma de vida.
Ha sido tanta la proliferación de conflictos dentro de las estructuras sociales que desde hace algunos años se le viene prestando la atención adecuada para buscar la manera de resolver la forma en que los actores sociales inmersos en ellos, lo enfrenten y busquen la solución a los mismos.
La importancia o el interés de esto se encuentra en que en muchas ocasiones el conflicto genera violencia y el diálogo que debería de resolver el problema no lo soluciona, ya sea porque las partes en conflicto no desean dialogar o porque el diálogo no se produce de forma efectiva. Lo importante aquí es entender que siempre existirán conflictos en el proceso de socialización, pero un conflicto bien manejado lleva implícitos enormes beneficios, saber manejarlo podría ser uno de los mayores impulsores de cambio.
La clave para resolver el conflicto reside en encarar abiertamente el problema y negociar con el fin de obtener un resultado en el que todas las partes involucradas salgan ganando.
Cultura de la violencia
Caso contrario es la presencia recurrente del conflicto en el actuar del individuo sin buscar la solución pacífica o adecuada, sino que por el contrario se profundiza hasta llegar a la violencia, es uno de los problemas sociales más recurrentes entre los individuos: familiares, vecinos, compañeros de trabajo, entre otros.
Este elemento tóxico se conoce como “cultura de violencia”, la cual no es otra cosa que la respuesta agresiva ante los conflictos, donde la violencia es vista de forma natural, normal e incluso como la única manera viable de hacer frente a los problemas y disputas. La violencia es un comportamiento que está presente en nuestra sociedad como medio para resolver los conflictos.
Algunos motivos para la cultura de la violencia son: el maltrato, la intolerancia, la falta de diálogo y el dejar que los conflictos se solucionen con violencia. En una cultura de violencia los conflictos se gestionan a través de la violencia, siendo esta solo la consecuencia de un conflicto mal abordado.
¿Qué es la agresividad?
El concepto de agresividad es distinto al de violencia, la agresividad es un concepto muy relacionado con asertividad; es innata y connatural al ser humano, es un mecanismo defensivo ante un peligro inminente, real o imaginario y hay que entenderla como algo positivo en cuanto que permite tener identidad propia. A través de los medios de socialización la agresividad se puede canalizar en tres tipos:
- La destructiva, que sería lo mismo que la violencia.
- La indiferencia, que sería la pasividad.
- La constructiva, la cual se considera como positiva y que sería igual a la no violencia, es decir, a actuar ante el problema, pero no violentamente.
La violencia es aprendida por lo tanto puede ser desaprendida y reemplazada por otros mecanismos no destructivos. Aunque cada ser humano está influenciado por una cultura bélica, esto no es irreversible, existiendo el potencial y las posibilidades de cambiar la situación forjando una nueva cultura denominada “cultura de paz”.
Cultura de paz
La cultura de paz consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos, tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el dialogo y la negociación entre las personas y las naciones, teniendo en cuenta un punto muy importante que son los Derechos Humanos, pero así mismo respetándolos e incluyéndolos en esos tratados. Esta fue definida por resolución de la ONU, siendo aprobada por la Asamblea General el 6 de octubre de 1.999 en el Quincuagésimo tercer periodo de sesiones.
La paz empieza por el rechazo de la violencia como forma de solucionar conflictos. Para que esto pueda ser posible se debe dar un amplio consenso al respecto, es decir, la paz se debe interiorizar culturalmente y esto supone erradicar la cultura de la guerra y la violencia como forma de resolver los problemas que genera el modelo de desarrollo actual.
Se piensa que la guerra es injusta y dramática para los seres humanos, pero también se considera inevitable en muchos casos. Es un ejemplo claro de que con el dominio de la cultura de la violencia las soluciones violentas siempre están justificadas y que si no se realizan cambios conceptuales y se toman medidas preventivas se recurrirá siempre a la violencia como último recurso.
La cultura de paz se centra sobre todo en los procesos y en los métodos para solucionar los problemas y esto supone generar las estructuras y mecanismos para que se puedan llevar a cabo. Su generalización persigue la erradicación de la violencia estructural: pobreza, marginación, entre otros; así como la violencia directa mediante el uso de procedimientos no violentos en la resolución de conflictos y medidas preventivas.
Construcción de la cultura de paz
La construcción de una cultura de paz es un proceso lento que supone un cambio de mentalidad individual y colectiva, en este cambio la educación tiene un papel importante en tanto que incide desde la familia en la construcción de los valores de los que serán los futuros ciudadanos y esto permite una evolución de pensamiento social. Los cambios evolutivos, aunque lentos, son los que tienen un carácter más irreversible y en este sentido la familia, la escuela, ayudan con la construcción de nuevas formas de pensar.
La educación formal no es suficiente para que estos cambios se den en profundidad, la sociedad desde los diferentes ámbitos implicados y desde su capacidad educadora, también deben incidir y apoyar los proyectos y programas educativos formales.
Es importante que se genere un proceso de reflexión sobre cómo puede incidir en la construcción de la cultura de paz, desde los medios de comunicación, la familia, las empresas, las organizaciones no gubernamentales, las asociaciones ciudadanas, entre otros; se trata de generar conciencia colectiva sobre la necesidad de la cultura de paz enraizada en la sociedad con tanta fuerza que no deje lugar a la violencia.
Se trata de que los gobiernos tomen conciencia de esta cultura de paz y de los factores y condicionantes que lo facilitarían, tal como la eliminación de las situaciones de injusticia, distribución más equitativa de la riqueza, eliminación de la pobreza, derecho a la educación en igualdad de condiciones, entre otros aspectos y que conviertan esta conciencia en una nueva cultura de administrar el poder.
¿Cómo erradicar por completo la violencia?
Para erradicar la cultura de violencia sembrada a través de los conflictos que no se abordan de la forma más adecuada, se debe aprender y desarrollar una serie de habilidades como individuo para practicar, fomentar en este la cultura de la paz, hasta convertirlo en un estilo de vida, no basta con que las distintas sociedades promuevan espacios de justicia de paz donde se utilicen medios o mecanismos alternos para solucionar conflictos (los cuales se mencionaran más adelante).
Si el individuo no tiene la disposición a modificar su visión de enfrentar los problemas y situaciones de forma amplia para llegar a acuerdos pacíficos en que las dos o más partes queden satisfechas. La cultura de paz debe ser aprendida, practicada por el actor social como forma de vida y a esto se le podría llamar hábito, cultura de paz como hábito o estilo de vida.
Habilidades para manejar conflictos
Para alcanzar cultura de paz el actor social debe estar consciente de: saber que surgirán conflictos en la interacción humana, deberá aprender las habilidades esenciales para manejarlos, las utilizará cuando el momento lo requiera y debe estar atento a ello. Las habilidades esenciales para manejar los conflictos son:
Establecer un vínculo con la otra parte
Para ello es necesario que el individuo nos agrade, basando la relación o trato en el respeto mutuo y la cooperación, esto es fundamental para desarticular el conflicto.
Mantener concentración en un resultado positivo y ser consciente de la meta en común
Este punto es importante y a su vez también es importante no mostrando hostilidad ni agresividad y esto se alcanza a través del diálogo para luego poder negociar, ambos aspectos aportan aspectos positivos a las partes en cuestión.
Plantear la cuestión difícil (tema del conflicto o problema)
Este punto seria plantear el problema pero haciéndolo sin hostilidad ya que planteando el problema se puede empezar a aclarar el enredo, siendo directo pero respetuoso y hablar en el momento oportuno sin atropellar a la otra parte sino más bien escuchándolo.
Comprender la causa del conflicto
Hay que comprender la causa del conflicto y así poder determinar si guarda relación con intereses o necesidades, dejando en claro que los intereses son más transitorios y superficiales mientras que las necesidades son más básicas y difíciles de negociar.
Aplicar la reciprocidad
Esta es la base de cooperación y colaboración. Lo que uno da es lo que recibe, el intercambio y la adaptación interna permiten que dos individuos sean capaces de identificarse con los estados interiores del otro.
Construir una relación positiva
Luego de establecido el vínculo se debe nutrir la relación y seguir hasta lograr los objetivos, equilibrando la razón y la emoción, ya que las emociones pueden estropear acciones bien planeadas. Se debe entender el punto de vista de la otra persona, lo comparta o no.
Cuanto más efectiva sea la manera en que comunique sus diferencias y los puntos de concordancia mejor comprenderá las preocupaciones del otro y así mejorará las posibilidades de alcanzar un acuerdo aceptable para ambas partes.
Las habilidades mencionadas arriba deben ser aprendidas por el individuo, por el actor social que desee resolver conflictos cuando la circunstancia se presente y para ello debe estar presente: el conocimiento de su existencia, la disposición a aprenderlas y utilizarlas.
Además de estas habilidades, las sociedades han creado estructuras o espacios diseñados a fomentar la cultura y justicia de paz, en donde acuden las dos o más partes en conflicto que no han logrado resolver el problema por sus propios medios y a través de un individuo ajeno al problema los orienta en obtener la solución al mismo.
Mecanismos para la resolución de conflictos
La justicia de paz es un mecanismo alternativo para solucionar las pequeñas desavenencias surgidas en el devenir de las relaciones cotidianas entre familiares, vecinos, compañeros de trabajo, entre otros.
Es la oportunidad de aprender a convivir mejor con tolerancia como forma de vivir; esta resolverá los pequeños conflictos que no encuentran solución en los Tribunales Ordinarios siendo una justicia gratuita, rápida y cercana con ausencia de formalidades pero avocada a la dignidad, los valores y los derechos de los ciudadanos, procurando un mejor entendimiento de los miembros o partes en conflicto, tratando de llegar a soluciones justas, en un procedimiento breve y a través de la resolución casi instantánea de los problemas que surjan en la misma.
Dentro de los diferentes mecanismos para resolver conflictos encontramos los siguientes:
- La Conciliación: procedimiento en el que las partes que intervienen en el conflicto y asumen su propio compromiso en la búsqueda de soluciones con la orientación de un facilitador cuyo único objetivo es lograr un acuerdo amistoso y de mutuo beneficio.
- La Mediación: procedimiento en que un tercero neutral ayuda a las partes para que en forma cooperativa encuentre la solución al conflicto. El mediador induce a las partes a identificar los puntos que ocasionan las controversias, a reconocer sus intereses por encima de sus posiciones y a explorar fórmulas de arreglo que trasciendan al nivel de la disputa. La confidencialidad es una característica definitiva de esta técnica.
- La Negociación: proceso interactivo mediante el cual dos o más actores en una situación de interdependencia y con intereses que están en conflicto buscan maximizar sus beneficios individuales, todo esto a través de un acuerdo. Es un proceso voluntario al que las partes recurren para lograr un acuerdo mutuamente aceptable, no interviene un tercero neutral, las partes en conflicto pueden o no designar abogado y puede realizarse la negociación sin que estén presentes las partes a través de representantes autorizados.
- La Co-mediación: la diferencia es de tipo cuantitativo; es decir, viene dado por la cantidad de mediadores que en número de dos o más partes participan en la solución de la controversia.